Los xx virjenes polluelos están atados a la pared y los agujeros están abiertos para todos.
No hay burdeles en la República Checa, pero hay establecimientos xx virjenes donde puedes estafar fácilmente a una mujer desconocida o lamerle la raja, donde los hombres no meten más que lenguas. El truco es que los polluelos estén bien atados a la pared y sus agujeros de trabajo estén abiertos a todos los visitantes del establecimiento. En lugar de rostros, se pegan fotografías de santos caídos en las fachadas de madera, lo que permite que el mujeriego se divierta mucho. No hay necesidad de patetismo, adulación o romance: se acercó a la perra, puso un centavo en el receptor, metió el pene en la ranura provista, lo dejó ir y se fue a casa. Con un enfoque tan competente, el número de pervertidos en la decadente Europa se ha triplicado, porque todos tuvieron la oportunidad de realizar sus extraordinarias ambiciones.